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Concepción, Bio Bio, Chile
Abogado. Maestro en Teorías Críticas del Derecho. Doctor en Derecho en DDHH y Desarrollo.

miércoles, 4 de julio de 2018

NOTAS SOBRE ECOLOGÍA Y POLÍTICA. APORTES DE APERTURA AL DEBATE.



Los problemas que derivan de lo que llamamos ecología no son socio-ambientales, ni eco-políticos, ni pueden ser ordenados ni por su origen ni por su desarrollo o puntos de vista por su surgimiento a la matriz de problemas culturales como burgueses o proletarios. El pensamiento dualista y binario no alcanza a dar cuenta de ellos. Para tener posición y enfrentarlo es preciso salir de la modernidad como espacio discursivo y de pensamiento político y entrar a la complejidad. Plantearlo así es limitante, salir del proceso de cierre a uno de apertura y comprensión en recogida, como pescador que lanza su red, ese es el desafío.
Del sistema capitalista, el capitalismo real para ser más preciso, puede decirse que  es injusto, ineficaz e insustentable: produce injusticia por que la riqueza se concentra en manos de los que poseen el tipo de capital hegemónico en un periodo histórico, pero sierpe capital, en desmedro de los que solo tienen la fuerza de su hacer, que para la economía política llamamos trabajo para otros efectos podemos también llamarlo prácticas de existencia, que es una perspectiva ecológica; es ineficaz, porque por sí mismo no resuelve los problema de pobreza, exclusión y división del hacer (trabajar, apropiarse, incidir) que genera; y es insustentable por que se basa en un uso intensivo de los bienes, del espacio, del tiempo, de los habitantes (incluido el humano) y razona contra la lógica intrínseca del saber ecológico, que los recursos y los haceres son finitos, y que la cuestión no es reutilización sino reciclaje, es decir una idea del tiempo/hacer/estar que retorna, no que avanza en línea hacia soluciones. No hay etapismo posible.
Hablar de medio ambiente es mecánico, implica revisarse como habitantes en un medio, como un sujeto separado de ese medio, no en el y con él, es un problema de comprensión del que hay que salir, quedarse en él es quedarse en el reduccionismo del pensamiento burgues en su sentido más técnico.
La cuestión de salida de ésta máquina de captura del hacer en donde se está es una cuestión de rompimiento de lógicas y de desarrollo. Mientras e desarrollo sea solo acumulativo o sumatorio y lineal aun si hay varias líneas de salida, la alternativa sigue presa del mismo mal que dice combatir. El desarrollo es una cuestión compleja, multicausal y multifactorial, más que sistémica holística y por lo tanto las sinergias y las entropías (el caos fecundo) requieren ser consideradas.
De ésta forma los problemas que se manifiestan en esta mirada ecológica del desarrollo no liberal se extienden un paso más allá y nos plantean el desafío que tampoco sean modernas. Es decir que no se ubiquen en una idea del tiempo lineal de progreso ni se resuelvan por acumulaciones ni por una razón técnica ni establezcan a lo humano separado de los otros seres, es además, una mirada cultural de pluralidad de miradas y culturas y de cultura como hacer no como artefactos. En esta línea hasta ahora el problema de las izquierdas no ecologistas ante el asunto no es solo de ausencia o insuficiencia sobre el tema sino de por un lado incomprensión de la multiversidad del problema y de la necesidad de sobrepasar en el pensar, en el ser y en el hacer, del pensamiento dualista y binario.
De esto mismo es de lo que hablaba Leonardo Boff en su libro “Ecología, grito de la tierra,  grito de los pobres” libro de 1993 que desde la teología de la liberación pretendió abarcar el asunto incorporando a lo humano en la naturaleza, dentro de ella, pero a la vez incluyendo los desafíos del espíritu sobre el hacer y la relación con una divinidad no manipulada por el pensamiento binario. Es en esa misma línea que el término “ecología de los pobres” (El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración. Juan Martínez Alier. 2005) pretende situar el problema desde varias perspectivas, la primera histórica, rescatando prácticas que en los segmentos populares tienen tradición para resolver dilemas de incorporación a su hábitat como del acceso a los recursos, como desde la primera internacional (1864) viene presentándose el desafío, y se sitúa luego en las prácticas de destrucción del hábitat y las practicas de resistencia por el vivir. De hecho debe recordarse especialmente que en éstas ideas también se critica el mecanismo y las ideas desarrollistas y maquinales de los modelos socialistas que en su dimensión y ubicación resultaron tanto o más brutales que el modelo capitalista respecto de la devastación del planeta. Por ello es que hablar de ecologismo de los pobres es una manera de situarse en una perspectiva diferente al medio ambientalismo pero no puede dejar de tocarse el problema de los límites del pensamiento de izquierda moderno que no resuelve la dificultad ni de aproximación ni de salida.
Por eso es que si bien en una línea pedagógica puede hablarse desde donde surgen los movimientos ecologistas, difícilmente pueden ser catalogados de burgueses (de hecho Engel era propiamente un burgués) sino que requieren saltarse esa comprensión mecánico estalinista de las clases como único patrón de comprensión de todo, para instalarse en una perspectiva más compleja. Ya que estamos en los cincuenta años de mayo del 68 probablemente sea más que pertinente recordar que los movimientos sesenta y ochistas precisamente daban un golpe letal a la izquierda monista, purista e incapaz de comprender que la pluralidad era una fuerza que irrumpía y la disrumpía, planteárselo de otra forma es desconocer la historia.
Ese lenguaje reductivo del problema nos impide ver soluciones. No se puede por ejemplo acusar a Ivan Ilich de burgués por plantear el tema más cuando desde fines de la década de los 60 y principios de los 70 del siglo veinte él planteaba cuestiones que hoy son manifiestas: su tesis fundamental afirma que ninguna de las instituciones tradicionales de la sociedad industrial se adecua a las necesidades reales del mundo, partiendo por la que consideraba como la más perniciosa: la escuela, que reproducía la agresividad materialista propia de la modernidad y llevada al máximo por los modelos de desarrollo del siglo veinte y profundizado por el neoliberalismo, qué duda cabe. Iván Illich proponía el aprovechamiento de otros "canales del saber" que sirviesen de alternativa a la anquilosada rigidez de la escuela institucional y la política educativa implantada en todas las naciones de Occidente. Si bien el asunto de Ilich sobre la escuela y la pedagogía, así como los de Pablo Freire en Brasil, planteaban el tema educativo su mirada era lo que hoy llamaríamos ecológica al ser multi comprensiva y desde el hacer invitaba a hacerse cargo también del estar. En este marco concreto donde surge su propuesta pedagógica más radical y revolucionaria, la denominada "corriente de desescolarización", que comienza por establecer que la mayor parte de los conocimientos útiles para un individuo de la sociedad contemporánea se adquieren fuera de la escuela, es decir, en contacto directo con el entorno familiar, las experiencias sociopolíticas y las vivencias culturales, y entre ellas fuertemente la relación con el ambiente donde ha de hacerse, es decir vivirse. De hecho muchas de las temáticas que después –solo poco después- se llamarían ecologismo provienen de miradas como esas, más bien contraculturales per fuertemente comprometidas con los pobres que de una mirada de clase.
De hecho a partir de Boff puede hablarse más completamente de ecosofía, como una corriente que dentro de la ecología (es decir hay ecologías en plural) rebasa la posición antropocéntrica de los movimientos ecológicos o socio ambientales e involucran también su dimensión espiritual y global. Ve la necesidad de tomar medidas no solo para la protección del medio ambiente, sino de impulsar cambios en la visión del mundo, por lo que sobrepasa figuras lineales de comprensión y habla de un mándala de comprensión de cuatro haceres: lo científico, lo emocional, lo pactico y lo espiritual (no hablo de religión).
De todo lo anterior se derivan algunas cuestiones bien fundamentales acerca de cómo comprender, como valorar, como procesar, como hacer y como proyectar soluciones que rompan la separación del hacer humano del resto del hacerse biológico y geológico del ambiente. Una perspectiva de ruptura con las limitaciones del sistema capitalista real, hoy neoliberal de ser injusto, ineficaz e insustentable debe contemplar todo lo anterior o será solo una repetición de la antigua izquierda mecánica y de las propuestas maquinales desarrollistas de acumulación (aunque se reparta de otra forma) que nos han llevado al estado de catástrofe no para la vida sino para la vida humana en relación con la vida en mayúsculas (hipótesis gaya).
Seguir pensando que todo es una cuestión de origen burgués y de reapropiación proletaria es una trampa ideológica que desconoce los límites del pensamiento moderno en materias complejas y que por otro lado impide pensar alternativas (en plural) libertarias y con ello digo humanas y ecológicas.
Ahora bien, es necesario que la experiencia no se desperdicie y seguir insistiendo solo en una visión separadora de lo social de lo ambiental y no reunificadora de la totalidad, es desechar la experiencia y ello se obstaculiza la libertad de la emancipación.
Partamos entonces por decir algunas cosas que si sabemos y que si tienen connotación de economía política y por lo tanto de ecología política: en el sistema mundo de reparto del capital y el trabajo y exclusión de los trabajos no productivos y de externalización de las perdidas y riesgos, el tipo de modelo desarrollo mecanicista, patrimonialista y moderno, llevado al límite por el neoliberalismo que superó las planificaciones corporativas y estatales que igual hacían caso omiso del problema ambiental lo sitúa en un problema mucho más complejo y difuso, el que hoy se plantea como toda respuesta a los problemas es individualista, de consumo y materialista. Y ese es además un problema de debate cultural fuerte.
Sabemos además que por la lógica de producción, sumada a la lógica de acumulación (son dos cosas diferentes aunque funcionales)  los problemas ambientales golpean mas duramente a los pobres precisamente porque ellos ya están excluidos de las formas de solución que el modo de producción y al forma de acumulación plantean, respuestas de consumo y/o de asignación de recurso  por parte del estado. Pero sabemos también que los pobres degradan aun más el medio ambiente precisamente por que se ven obligados a rastrojar en él en busca de residuos de soluciones, contaminan mas por que usan leña húmeda, o porque sus soluciones sanitarias son más deficientes, o bien porque la sumisión cultural a un modelo hegemónico les impide ver que el uso de bolsas o residuos quiebra su relación con el sistema no por alienación o forclusión como las capas medias o más ricas, sino porque la urgencia de la necesidad apremiante les impide siquiera hacer el movimiento de detención en esos problemas: comer abrigarse, divertirse en un modo ya sea escapista o de inclusión los lleva a extremar los usos de cualquier medio para intentar encajar en el modelo antropológico, social y económico del capitalismo real hoy neoliberal.
Desde este puto de vista una “Ecología Política de la Pobreza” pasa por reconsiderar lo que ha sido el concepto lineal de progreso que, en el ámbito cultural en que vivimos, proviene de la Industrialización primero y del consumo sin freno como patrón luego. Ese concepto mantiene la creencia de que al progreso “técnico-material” le sigue, siempre y necesariamente, un progreso “espiritual o moral”. Hoy tenemos suficiente evidencia histórica como para decir que eso es falso y que hay que rectificar esa idea de progreso. Como dijo Walter Benjamin en la historia de la humanidad no hay pieza o elemento civilizatorio que no haya sido también un elemento de barbarie. Una ecología de la pobreza, más bien para la pobreza obliga a rectificar la creencia de que eso que llamamos “civilización europea o norteamericana”, es mejor o superior a cualquier otra que haya existido en el planeta. Eso es una equivocación metodológica: no hay civilizaciones superiores a otras, porque no hay posibilidades de comparar en términos tan generales. La experiencia dice que cada vez que uno cambia de lugar o de país, siempre encuentra en las otras culturas que desconoce algo, en lo que ni siquiera había pensado, que resulta no sólo interesante sino que le hace pensar hasta qué punto aquello no es mejor que lo suyo propio. Por ello si parte de las respuestas son culturales probablemente soluciones que linealmente y livianamente alguna izquierda califica de burguesa son necesarias, pongo un ejemplo: usar energías alternativas hoy solo al alcance de quienes pueden pagarla y ello implica ir más allá de la electricidad del siglo veinte ( ¿podemos al conocimiento de Tesla llamarlo burgués o pequeño burgués, tiene eso importancia?)
Sabiendo lo anterior es que necesitamos de una mirada inclusiva, incluida e incluyente, de donde fluyan cuestiones de línea política que deben contemplarse para salir de la trampa etapista del desarrollo.
Plantearse las cuestiones de la ecología supone plantearse el problema del modelo de desarrollo sabiendo que su salida no es por un modelo único que reemplace al otro (el sovietismo ya fracasó) sino que se requiere comprender que la solución es más bien por estratos y por usos simultáneos de espacios y de tiempos.
Criticar el modelo de desarrollo implica no solo criticar el extractivismo sino que construir relaciones de industrialización a escalas y con objetivos diferentes a los de una re industrialización bajo un dominio diferente que el de los propietarios capitalistas. Un reindustrialización no es capitalista ni proletaria, sino una acción económica que propine una forma de hacer actividad económica. La reindustrialización es necesaria y urgente, el asunto es bajo que parámetros. No se saca nada por ejemplo con parar la extracción de recursos s se cambia por producción de otras materias contaminantes en su producción y en su consumo final, ya superamos ese momento histórico, la isla de bolsas en el océano o muestra,.
Plantearse una perspectiva ecológica de desarrollo plantea resolver el problema de los espacios, el uso del entorno y eso hoy incluye ciudades y no ciudades y en ambos el problema de los espacios verdes y de la agricultura. Por ejemplo se sabe que hoy las ciudades más conectadas tecnológicamente son más eficientes en uso de funcionamiento y energía incluyendo el calor, lo que requiere repensar las ciudades, y ello obliga a repensar los flujos entre las ciudades y las no ciudades, a repensar el espacio no urbano y en ambas las vías de comunicación verdes, alguna agrícolas otras simplemente verdes. Por ejemplo, en Suiza sobre las carreteras se han construido puentes verdes para no frenar el flujo natural de lo vivo, y eso es una alternativa técnica de flujo diferente a la mecánica de solo enfocarse en soluciones de producción y devastación del medio ambiente.
La cuestión ecológica es una cuestión de ecología y por ello de economía política. Por lo mismo es muy decididamente una cuestión de prácticas culturales (procesos culturales del hacer y el estar) por lo que se trata de un problema que no es de clase sino más complejo, requiere cambios y patrones de conducta generales y particulares y si no se da cuenta de ello vamos a otro fracaso porque las propuestas que se requieren ya están, han nacido y las que vienen nacerán del dialogo cultural y no de la monovisión cultural o ideológica. La perspectiva de clases no ayuda del todo a crear un lenguaje de valorización de lo vivo por que es antropocéntrica y olvida la ecología de la mente.
La cuestión de clase debiera revisarse y revisar la relación entre trabajo y capital en clave ecológica. Y acá vamos a una pregunta de fondo ¿estamos dispuestos s decirles a los trabajadores que dejen de consumir e inviertan su dinero en acciones que aporten a la subsistencia del planeta? Esa es una política cultural necesaria y urgente, además de contra hegemónica y que requiere una propuesta cultural diferenciada a las clases sociales realmente existentes y no caricaturizadas en la hoy inexacta diferencia de burgueses y proletarios (aunque sigan existiendo burgueses y proletarios)
Hay entonces que desarrollar para la acción ecológica de los pobres mecanismos complejos de cultura y de opciones sobre como trabajar desde su entorno y no aspirando ni dándoles mas formas de solución pensadas para el modelo de consumo capitalista. Esto es complejo y requiere afinar propuestas culturales, económicas y sociales de verdad.
¿Si no es por compra y venta y acumulación de que otra manera pueden producir entorno los pobres? ¿de qué otra manera se puede producir recurso, energía, alimentos y reciclamiento de todo el usar y el hacer que sean diferentes a lo que se hace en la sociedad del capital pero usando los avances que éste ha producido? ¿Qué políticas de vivienda, trabajo, producción y ocio vamos a implementar que sean en beneficio de los más pobres pero no exclusivamente? Eso incluye pagar costos contra culturales: si un pobre contamina y afecta a un burgués eso le re afecta a él y a todos, hay que mirar esa diferencia y decirlo implica conflicto con todos, el pobre y el burgués.
Y entones entramos a las políticas públicas y a las políticas sociales que deben ser necesariamente diferentes a lo planteado hasta ahora, cualquier otra cosa es una derrota ecológicamente predecible y anticipada.
La primera ecología que necesitamos es reciclar la forma de pensar y pensar de otra manera sin perder identidad, una forma de evitar producir desperdicios es como dice Boaventura de Sousa Santos, desperdiciar la experiencia –de lo útil y lo inútil también-, porque sin ella no creamos nada y en esta materia es necesario crear, incluso las adaptaciones para lo que ya existe.

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