Los
problemas que derivan de lo que llamamos ecología no son socio-ambientales, ni
eco-políticos, ni pueden ser ordenados ni por su origen ni por su desarrollo o
puntos de vista por su surgimiento a la matriz de problemas culturales como
burgueses o proletarios. El pensamiento dualista y binario no alcanza a dar
cuenta de ellos. Para tener posición y enfrentarlo es preciso salir de la
modernidad como espacio discursivo y de pensamiento político y entrar a la
complejidad. Plantearlo así es limitante, salir del proceso de cierre a uno de
apertura y comprensión en recogida, como pescador que lanza su red, ese es el
desafío.
Del
sistema capitalista, el capitalismo real para ser más preciso, puede decirse
que es injusto, ineficaz e
insustentable: produce injusticia por que la riqueza se concentra en manos de
los que poseen el tipo de capital hegemónico en un periodo histórico, pero
sierpe capital, en desmedro de los que solo tienen la fuerza de su hacer, que
para la economía política llamamos trabajo para otros efectos podemos también
llamarlo prácticas de existencia, que es una perspectiva ecológica; es
ineficaz, porque por sí mismo no resuelve los problema de pobreza, exclusión y
división del hacer (trabajar, apropiarse, incidir) que genera; y es
insustentable por que se basa en un uso intensivo de los bienes, del espacio,
del tiempo, de los habitantes (incluido el humano) y razona contra la lógica
intrínseca del saber ecológico, que los recursos y los haceres son finitos, y
que la cuestión no es reutilización sino reciclaje, es decir una idea del
tiempo/hacer/estar que retorna, no que avanza en línea hacia soluciones. No hay
etapismo posible.
Hablar
de medio ambiente es mecánico, implica revisarse como habitantes en un medio,
como un sujeto separado de ese medio, no en el y con él, es un problema de comprensión
del que hay que salir, quedarse en él es quedarse en el reduccionismo del
pensamiento burgues en su sentido más técnico.
La
cuestión de salida de ésta máquina de captura del hacer en donde se está es una
cuestión de rompimiento de lógicas y de desarrollo. Mientras e desarrollo sea
solo acumulativo o sumatorio y lineal aun si hay varias líneas de salida, la
alternativa sigue presa del mismo mal que dice combatir. El desarrollo es una
cuestión compleja, multicausal y multifactorial, más que sistémica holística y
por lo tanto las sinergias y las entropías (el caos fecundo) requieren ser
consideradas.
De
ésta forma los problemas que se manifiestan en esta mirada ecológica del
desarrollo no liberal se extienden un paso más allá y nos plantean el desafío
que tampoco sean modernas. Es decir que no se ubiquen en una idea del tiempo
lineal de progreso ni se resuelvan por acumulaciones ni por una razón técnica
ni establezcan a lo humano separado de los otros seres, es además, una mirada
cultural de pluralidad de miradas y culturas y de cultura como hacer no como
artefactos. En esta línea hasta ahora el problema de las izquierdas no
ecologistas ante el asunto no es solo de ausencia o insuficiencia sobre el tema
sino de por un lado incomprensión de la multiversidad del problema y de la
necesidad de sobrepasar en el pensar, en el ser y en el hacer, del pensamiento
dualista y binario.
De
esto mismo es de lo que hablaba Leonardo Boff en su libro “Ecología, grito de
la tierra, grito de los pobres” libro de
1993 que desde la teología de la liberación pretendió abarcar el asunto
incorporando a lo humano en la naturaleza, dentro de ella, pero a la vez
incluyendo los desafíos del espíritu sobre el hacer y la relación con una divinidad
no manipulada por el pensamiento binario. Es en esa misma línea que el término
“ecología de los pobres” (El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y
lenguajes de valoración. Juan Martínez Alier. 2005) pretende situar el problema
desde varias perspectivas, la primera histórica, rescatando prácticas que en
los segmentos populares tienen tradición para resolver dilemas de incorporación
a su hábitat como del acceso a los recursos, como desde la primera
internacional (1864) viene presentándose el desafío, y se sitúa luego en las
prácticas de destrucción del hábitat y las practicas de resistencia por el
vivir. De hecho debe recordarse especialmente que en éstas ideas también se
critica el mecanismo y las ideas desarrollistas y maquinales de los modelos
socialistas que en su dimensión y ubicación resultaron tanto o más brutales que
el modelo capitalista respecto de la devastación del planeta. Por ello es que
hablar de ecologismo de los pobres es una manera de situarse en una perspectiva
diferente al medio ambientalismo pero no puede dejar de tocarse el problema de
los límites del pensamiento de izquierda moderno que no resuelve la dificultad
ni de aproximación ni de salida.
Por
eso es que si bien en una línea pedagógica puede hablarse desde donde surgen
los movimientos ecologistas, difícilmente pueden ser catalogados de burgueses
(de hecho Engel era propiamente un burgués) sino que requieren saltarse esa
comprensión mecánico estalinista de las clases como único patrón de comprensión
de todo, para instalarse en una perspectiva más compleja. Ya que estamos en los
cincuenta años de mayo del 68 probablemente sea más que pertinente recordar que
los movimientos sesenta y ochistas precisamente daban un golpe letal a la
izquierda monista, purista e incapaz de comprender que la pluralidad era una
fuerza que irrumpía y la disrumpía, planteárselo de otra forma es desconocer la
historia.
Ese lenguaje reductivo del problema nos impide ver soluciones. No
se puede por ejemplo acusar a Ivan Ilich de burgués por plantear el tema más cuando
desde fines de la década de los 60 y principios de los 70 del siglo veinte él
planteaba cuestiones que hoy son manifiestas: su tesis fundamental afirma que
ninguna de las instituciones tradicionales de la sociedad industrial se adecua
a las necesidades reales del mundo, partiendo por la que consideraba como la
más perniciosa: la escuela, que reproducía la agresividad materialista propia
de la modernidad y llevada al máximo por los modelos de desarrollo del siglo
veinte y profundizado por el neoliberalismo, qué duda cabe. Iván Illich
proponía el aprovechamiento de otros "canales del saber" que
sirviesen de alternativa a la anquilosada rigidez de la escuela institucional y
la política educativa implantada en todas las naciones de Occidente. Si bien el
asunto de Ilich sobre la escuela y la pedagogía, así como los de Pablo Freire
en Brasil, planteaban el tema educativo su mirada era lo que hoy llamaríamos
ecológica al ser multi comprensiva y desde el hacer invitaba a hacerse cargo
también del estar. En este marco concreto donde surge su propuesta pedagógica
más radical y revolucionaria, la denominada "corriente de
desescolarización", que comienza por establecer que la mayor parte de los
conocimientos útiles para un individuo de la sociedad contemporánea se
adquieren fuera de la escuela, es decir, en contacto directo con el entorno
familiar, las experiencias sociopolíticas y las vivencias culturales, y entre
ellas fuertemente la relación con el ambiente donde ha de hacerse, es decir
vivirse. De hecho muchas de las temáticas que después –solo poco después- se
llamarían ecologismo provienen de miradas como esas, más bien contraculturales
per fuertemente comprometidas con los pobres que de una mirada de clase.
De hecho a partir de Boff puede hablarse más completamente de
ecosofía, como una corriente que dentro de la ecología (es decir hay ecologías
en plural) rebasa la posición antropocéntrica de los movimientos ecológicos o
socio ambientales e involucran también su dimensión espiritual y global. Ve la
necesidad de tomar medidas no solo para la protección del medio ambiente, sino
de impulsar cambios en la visión del mundo, por lo que sobrepasa figuras
lineales de comprensión y habla de un mándala de comprensión de cuatro haceres:
lo científico, lo emocional, lo pactico y lo espiritual (no hablo de religión).
De
todo lo anterior se derivan algunas cuestiones bien fundamentales acerca de
cómo comprender, como valorar, como procesar, como hacer y como proyectar
soluciones que rompan la separación del hacer humano del resto del hacerse
biológico y geológico del ambiente. Una perspectiva de ruptura con las
limitaciones del sistema capitalista real, hoy neoliberal de ser injusto, ineficaz
e insustentable debe contemplar todo lo anterior o será solo una repetición de
la antigua izquierda mecánica y de las propuestas maquinales desarrollistas de
acumulación (aunque se reparta de otra forma) que nos han llevado al estado de
catástrofe no para la vida sino para la vida humana en relación con la vida en
mayúsculas (hipótesis gaya).
Seguir
pensando que todo es una cuestión de origen burgués y de reapropiación
proletaria es una trampa ideológica que desconoce los límites del pensamiento
moderno en materias complejas y que por otro lado impide pensar alternativas
(en plural) libertarias y con ello digo humanas y ecológicas.
Ahora
bien, es necesario que la experiencia no se desperdicie y seguir insistiendo
solo en una visión separadora de lo social de lo ambiental y no reunificadora
de la totalidad, es desechar la experiencia y ello se obstaculiza la libertad
de la emancipación.
Partamos
entonces por decir algunas cosas que si sabemos y que si tienen connotación de economía
política y por lo tanto de ecología política: en el sistema mundo de reparto
del capital y el trabajo y exclusión de los trabajos no productivos y de
externalización de las perdidas y riesgos, el tipo de modelo desarrollo mecanicista,
patrimonialista y moderno, llevado al límite por el neoliberalismo que superó
las planificaciones corporativas y estatales que igual hacían caso omiso del
problema ambiental lo sitúa en un problema mucho más complejo y difuso, el que hoy
se plantea como toda respuesta a los problemas es individualista, de consumo y
materialista. Y ese es además un problema de debate cultural fuerte.
Sabemos
además que por la lógica de producción, sumada a la lógica de acumulación (son
dos cosas diferentes aunque funcionales) los problemas ambientales golpean mas duramente
a los pobres precisamente porque ellos ya están excluidos de las formas de
solución que el modo de producción y al forma de acumulación plantean,
respuestas de consumo y/o de asignación de recurso por parte del estado. Pero sabemos también
que los pobres degradan aun más el medio ambiente precisamente por que se ven
obligados a rastrojar en él en busca de residuos de soluciones, contaminan mas
por que usan leña húmeda, o porque sus soluciones sanitarias son más deficientes,
o bien porque la sumisión cultural a un modelo hegemónico les impide ver que el
uso de bolsas o residuos quiebra su relación con el sistema no por alienación o
forclusión como las capas medias o más ricas, sino porque la urgencia de la
necesidad apremiante les impide siquiera hacer el movimiento de detención en
esos problemas: comer abrigarse, divertirse en un modo ya sea escapista o de
inclusión los lleva a extremar los usos de cualquier medio para intentar
encajar en el modelo antropológico, social y económico del capitalismo real hoy
neoliberal.
Desde este puto de vista una “Ecología Política de la Pobreza”
pasa por reconsiderar lo que ha sido el concepto lineal de progreso que, en el
ámbito cultural en que vivimos, proviene de la Industrialización primero y del
consumo sin freno como patrón luego. Ese concepto mantiene la creencia de que
al progreso “técnico-material” le sigue, siempre y necesariamente, un progreso
“espiritual o moral”. Hoy tenemos suficiente evidencia histórica como para
decir que eso es falso y que hay que rectificar esa idea de progreso. Como dijo
Walter Benjamin en la historia de la humanidad no hay pieza o elemento
civilizatorio que no haya sido también un elemento de barbarie. Una ecología de
la pobreza, más bien para la pobreza obliga a rectificar la creencia de que eso
que llamamos “civilización europea o norteamericana”, es mejor o superior a
cualquier otra que haya existido en el planeta. Eso es una equivocación
metodológica: no hay civilizaciones superiores a otras, porque no hay
posibilidades de comparar en términos tan generales. La experiencia dice que
cada vez que uno cambia de lugar o de país, siempre encuentra en las otras
culturas que desconoce algo, en lo que ni siquiera había pensado, que resulta
no sólo interesante sino que le hace pensar hasta qué punto aquello no es mejor
que lo suyo propio. Por ello si parte de las respuestas son culturales
probablemente soluciones que linealmente y livianamente alguna izquierda califica
de burguesa son necesarias, pongo un ejemplo: usar energías alternativas hoy
solo al alcance de quienes pueden pagarla y ello implica ir más allá de la electricidad
del siglo veinte ( ¿podemos al conocimiento de Tesla llamarlo burgués o pequeño
burgués, tiene eso importancia?)
Sabiendo
lo anterior es que necesitamos de una mirada inclusiva, incluida e incluyente,
de donde fluyan cuestiones de línea política que deben contemplarse para salir
de la trampa etapista del desarrollo.
Plantearse
las cuestiones de la ecología supone plantearse el problema del modelo de
desarrollo sabiendo que su salida no es por un modelo único que reemplace al
otro (el sovietismo ya fracasó) sino que se requiere comprender que la solución
es más bien por estratos y por usos simultáneos de espacios y de tiempos.
Criticar
el modelo de desarrollo implica no solo criticar el extractivismo sino que
construir relaciones de industrialización a escalas y con objetivos diferentes
a los de una re industrialización bajo un dominio diferente que el de los propietarios
capitalistas. Un reindustrialización no es capitalista ni proletaria, sino una
acción económica que propine una forma de hacer actividad económica. La reindustrialización
es necesaria y urgente, el asunto es bajo que parámetros. No se saca nada por
ejemplo con parar la extracción de recursos s se cambia por producción de otras
materias contaminantes en su producción y en su consumo final, ya superamos ese
momento histórico, la isla de bolsas en el océano o muestra,.
Plantearse
una perspectiva ecológica de desarrollo plantea resolver el problema de los
espacios, el uso del entorno y eso hoy incluye ciudades y no ciudades y en ambos
el problema de los espacios verdes y de la agricultura. Por ejemplo se sabe que
hoy las ciudades más conectadas tecnológicamente son más eficientes en uso de
funcionamiento y energía incluyendo el calor, lo que requiere repensar las
ciudades, y ello obliga a repensar los flujos entre las ciudades y las no
ciudades, a repensar el espacio no urbano y en ambas las vías de comunicación
verdes, alguna agrícolas otras simplemente verdes. Por ejemplo, en Suiza sobre
las carreteras se han construido puentes verdes para no frenar el flujo natural
de lo vivo, y eso es una alternativa técnica de flujo diferente a la mecánica
de solo enfocarse en soluciones de producción y devastación del medio ambiente.
La
cuestión ecológica es una cuestión de ecología y por ello de economía política.
Por lo mismo es muy decididamente una cuestión de prácticas culturales
(procesos culturales del hacer y el estar) por lo que se trata de un problema
que no es de clase sino más complejo, requiere cambios y patrones de conducta
generales y particulares y si no se da cuenta de ello vamos a otro fracaso porque
las propuestas que se requieren ya están, han nacido y las que vienen nacerán del
dialogo cultural y no de la monovisión cultural o ideológica. La perspectiva de
clases no ayuda del todo a crear un lenguaje de valorización de lo vivo por que
es antropocéntrica y olvida la ecología de la mente.
La
cuestión de clase debiera revisarse y revisar la relación entre trabajo y
capital en clave ecológica. Y acá vamos a una pregunta de fondo ¿estamos
dispuestos s decirles a los trabajadores que dejen de consumir e inviertan su
dinero en acciones que aporten a la subsistencia del planeta? Esa es una
política cultural necesaria y urgente, además de contra hegemónica y que
requiere una propuesta cultural diferenciada a las clases sociales realmente existentes
y no caricaturizadas en la hoy inexacta diferencia de burgueses y proletarios
(aunque sigan existiendo burgueses y proletarios)
Hay
entonces que desarrollar para la acción ecológica de los pobres mecanismos complejos
de cultura y de opciones sobre como trabajar desde su entorno y no aspirando ni
dándoles mas formas de solución pensadas para el modelo de consumo capitalista.
Esto es complejo y requiere afinar propuestas culturales, económicas y sociales
de verdad.
¿Si
no es por compra y venta y acumulación de que otra manera pueden producir
entorno los pobres? ¿de qué otra manera se puede producir recurso, energía, alimentos
y reciclamiento de todo el usar y el hacer que sean diferentes a lo que se hace
en la sociedad del capital pero usando los avances que éste ha producido? ¿Qué
políticas de vivienda, trabajo, producción y ocio vamos a implementar que sean
en beneficio de los más pobres pero no exclusivamente? Eso incluye pagar costos
contra culturales: si un pobre contamina y afecta a un burgués eso le re afecta
a él y a todos, hay que mirar esa diferencia y decirlo implica conflicto con
todos, el pobre y el burgués.
Y
entones entramos a las políticas públicas y a las políticas sociales que deben
ser necesariamente diferentes a lo planteado hasta ahora, cualquier otra cosa
es una derrota ecológicamente predecible y anticipada.
La
primera ecología que necesitamos es reciclar la forma de pensar y pensar de
otra manera sin perder identidad, una forma de evitar producir desperdicios es
como dice Boaventura de Sousa Santos, desperdiciar la experiencia –de lo útil y
lo inútil también-, porque sin ella no creamos nada y en esta materia es
necesario crear, incluso las adaptaciones para lo que ya existe.
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