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Concepción, Bio Bio, Chile
Abogado. Maestro en Teorías Críticas del Derecho. Doctor en Derecho en DDHH y Desarrollo.

viernes, 5 de noviembre de 2010

APAGAR LA TELEVISION.

Cambiar la vida. Que lo que vivimos se está volviendo insoportable como un aviso de telemarketing.
Hay que apagar la televisión para darse cuenta que todas sus promesas son ilusiones, que en vez de promover la comunicación incomunica, produciendo televidentes embrutecidos que se vuelven líquidos que apenas escurren frente a una pantalla cada vez más plana para cerebros cada vez más planos. Acostumbrados a ver pasar las cosas pasar en la pantalla nos olvidamos de hablar acerca de lo que pasa en nuestro entorno, de las maravillas de las cosas de la calle, de nuestros problemas y alegrías, esperando ansiosos que la emoción la vivan otros que actúan emociones; si es en donde está la mesa olvidamos hablar o solo comentamos lo que está moviendose en pantalla; si es en el sillón nos tumbamos inertes que la vida está allí y no donde nosotros; si está en el dormitorio peleándose el control y mirando la pantalla nada de caricias ni hacer el amor. Ni idea de que ha pasado en el día, o que ocurre en el barrio y a los amigos o a los enemigos. Todo viene embasado para nosotros, para que comunicarse. La televisión incomunica.
Después de un sinfín de horas entregando el trabajo para subsistir unos y que lucren otros, no hay ocio sino se corre derecho a la entretención barata en que otros se entretienen, en que nos entretienen la vista mientras el resto del cuerpo se duerme, los sonidos se reducen a lo que se escucha en la TV, no hay un ocio de verdad, con entretención y aburrimiento sino un ver pasar, ver hacer, un estar tumbados embrutecidos. Nada de juntarse a reírse o a mirar el horizonte sino que se le reduce a unas pulgadas. Sin horizonte hay stress visual, pero adicción a lo fácil también. ¿un circulo vicioso? Si, vicioso pero no ocioso. El derecho al descanso es reducido al hecho de sentarse a ver televisión.




Derecho a la información, otra mentira. Mientras la vida pasa en diversas partes, lugares y manifestaciones creemos informarnos y en cambio nos venden noticias policiales, obsesionando el morbo y haciendo que los buenos televidentes discutan acerca de tal o cual crimen, del por que dan tan poco castigho a los delincuentes y por que los jueces no juzgan mejor. Una discusión falsa, se discute sobre delitos pero no sobre todos aquellos atentados a nuestros derechos que no se judicializan ni castigan nunca por que la TV (los que deciden que se ve en verdad) nos han convencido embruteciéndonos que las ganancias de los bancos y farmacias en tiempos de crisis a costa de la calidad de vida de todo un pueblo no importa nada.Hay que apagar la TV para obtener una buena cuotra de beneficios, enumero solo algunos:
  1. Volver al silencio, volver a disfrutar del espacio de la casa sin otras voces que las de los habitantes vivos, escuchar a la mascota que se mueve y hace un sonido delicioso, descubrir por donde se filtra el viento a nuestras habitaciones.
  2. Volver a escuchar música, de todo tipo, a llenarse el oído  de sonidos que no son ruido, de notas que no son notas policiales, a llenar el alma de esa alegría, a volver a mover el cuerpo al ritmo del son y la sonata, a bailar, a escuchar bellas letras, raras voces, virtuosismos olvidados, la buena música.
  3. Ampliar la mirada más allá de las pulgadas, volver a ver los roncones de la casa, las migas en la mesa, lo que ocurre fuera de la ventana, en el suelo y en el cielo, volver a mirar.
  4. Conversar, contarse historias, amigarse, relatarse el día, las horas, contarse los deseos, planear su abordaje. Hablar, esa vieja maravilla que nos hace humanos.
  5. Volver a leer, poquito o mucho, redescubre el mundo a través de relatos que nos llevan a otros mundos que debemos ya no ver sino imaginar, al punto que si alguna vez logramos llegar a Macondo comparar si las mariposas son efectivamente gigantes y amarillas o imaginamos en nuestro mundo sillón un mundo que imaginamos Macondo y que puede ser pero a veces no y eso nos recuerda que también nosotros podemos inventar mundos. Somos así pequeños dioses.
  6. Invitar a los queridos, a los amigos, a jugar cartas, dominó, juegos de azar, a reírse, a comer y beber, a comunicarse.
  7. Informarse, buscar la información, volver a la radio que me permite hacer cosas como compartir las cargas del hogar sin diferencia de sexos mientras escuchamos música, comentarios noticias. Cambiar las emisoras, leer periódicos, usar internet para algo más que chatear. Preguntarse para informarse, informarse para opinar, pensar para hablar, pensar lo que ocurre en la calle, en el barrio, en la ciudad. Viva el derecho a la información, ese que los dueños de los medios niegan informándonos solode lo que ellos nos quieren desinformar.
  8. Volver al cine, afuera o en casa, pero no ya a lo que estén dando en la tele si no a hacer un listado de las películas que nunca vimos, de las que otros recomiendan, de las que pudimos comprar y piratear. Mirar cine que no sea yanki sino de zululandia u otros sitios que nos refrescan.
  9. Ver el fútbol en vivo o en lugares públicos, con los amigos, no solos abonados en casa al cable operador y sin sentir el grito de gol del que está al lado.
  10. Reeducarse. Aprender a estar sin hacer nada y a entretenerse sin prender de inmediato el aparatito.
¿Otras ventajas? Claro, se ahorra energía eléctrica, se paga menos a los dueños de las empresas eléctricas, ahorramos esas monedas para cosas que estamos necesitando. Más dinero sin pagarlo a los dueños de todo es más dinero en nuestros bolsillos y menos dueños de nosotros ellos y más nosotros amos de nosotros mismos.

Así, de tanto en tanto, podemos volver a prender la TV y ver un ratito y comparar noticias y películas y descubrir como hay tanto que hacer que ver TV es solo una cosa más. Menos embrutecidos, más libres. Cambiar la vida.

5 comentarios:

  1. Ayer, la "caja idiota" del living. Hoy, la misma caja idiota pero con "new design" no sólo para el living sino también para el dormitorio (que antes era para dormir y gozar).
    No está claro para todos cómo funciona ésa caja. Así, hay algunos que "piensan" que desde aquel cubo en 3D emana un jarabe tipo elixir que cura el problema de la discomunicación de quienes comparten el hogar. Antaño, el hogar era un sitio en que el lugar del TV lo ocupaba una radio o un tocadiscos para animar las fiestas en que se compartía con los compadres y sus hijos, con los tíos y los primos, con los vecinos, con los amigos. Ese era el espacio para la sobremesa, el baile y el juego de la "lota" con porotos para marcar los números del cartón cuyo premio nunca se acumulaba y se entregaba al ganador íntegramente pues el lucro era palabra desconocida.
    También los hay, quiénes rejuran que la única verdad ´y-rrealidad´ es la que sale por el cubo electrónico, pero nunca supieron que sobre la calle Colón de su ciudad protestaban con razón los de un sindicato, algunos de ellos vecinos suyos. "...Pero conozco todos los detalles de la visita del virrey a la Capitanía General del Reyno porque estuve dos horas viendo la transmisión en directo..."
    Como decía un amigo, "...el otro día, cuando se cortó la luz no pude ver más tele..." y entonces descubrió que su hijo estaba tendido en la cama, cerca de él, y dándole un beso de saludo le preguntó: ¿Y a qué hora llegaste que no te ví entrar?
    En efecto, hay más de una opción para redescubrir nuestro entorno: aparte de los cortes de electricidad; el guardar el control remoto (porque es una lata pararse para cambiar de canal); el salir a caminar por el barrio (porque le sorprenderá la sonrisa de su vecino a quien no veía desde el terremoto de febrero); o el sencillamente decidir no recibir más "anestesia mediática" de modo desmesurado (porque descubrirá incluso hasta los caleidoscopios y se enviciará con ellos para siempre)

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  2. Se parece todo al corto que hice Teletelevisión, te invito a verlo si te pasas por mi blog

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  3. Mi estimado Wenceslao, tienes mucha razón en como nos han complicado las cosas bajo la idea de que éstas se han complejizado, con el solo objeto de hacernops comprar la última novedad. Pero lo lamentable son dos cosas: uno, como nos han hecho olvidar que la complejidad es una suma entrelazada de cosas simples que se articulan y que eso es lo que nos permite ser creativos; y dos, que nos han reducido el mundo, nos han vuelto monocordes como el ruido de un tictac sobre la pared de una carcel, hasta enmudecernos. Me preocupa además como tanta tecnología a servido para alejar en vez de acercar, para encriptar en vez de ampliar el mundo. Los chicos se han vuelto monos con un aparato, chateando olvidan que el mundo virtual deberóia ampliar el real y no al reves. Apagar la TV, entreo otros ruidos que hay que apagar, permitiría ver lo maravilloso de volverse ciborgs concientes, como el mejor de los mensajes de Blade Runner.

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  4. Tronchero, magnifico corto, lo he pasado a ver si algunos dejan de mirar y empiezan a ver. ¿Será que aquí y allá estamos rodeados?. A merodear por las fronteras entonces.

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  5. Estimado Rodrigo, el amigo Tronchero le ha dado al mismo clavo, y aunque la historia -que por cierto está muy bien realizada- se vive en el hemisferio vecino, ilustra muy bien nuestra realidad y quizá la de cuántos sitios más.
    ¿Y Ahora qué? Ahora, por ejemplo, es tiempo de apreciar y gozar merodeando por las fronteras de las cosas simples, como sabiamente nos dijo Pablo Neruda en estos versos:
    "...Amo
    todas las cosas,
    no sólo
    las supremas,
    sino
    las
    infinita-
    mente
    chicas,
    el dedal,
    las espuelas,
    los platos,
    los floreros."
    (fragmento de ´Oda a las cosas´)

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