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Concepción, Bio Bio, Chile
Abogado. Maestro en Teorías Críticas del Derecho. Doctor en Derecho en DDHH y Desarrollo.

lunes, 8 de diciembre de 2014

DE DELINCUENCIA, MEDIDAS Y EFECTOS. LAS FALACIAS EN JUEGO.

         En la edición del Diario Concepción del domingo 7 de Diciembre del 2014 aparecen dos publicaciones sobre delincuencia que merecen algunos comentarios: la editorial rigurosa y una entrevista al Senador Alberto Espina que meceré observaciones por su falta de rigor y profundidad.
         De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española una falacia es el “Hábito de emplear falsedades en daño ajeno.” De allí que en la teoría de la argumentación se habla de la existencia de falacias argumentativas cuando se dan argumentos que hacen lo que la definición citada señala: mueven argumentos falsos o no exactos, que es un desplazamiento sutil de la falsedad, en beneficio de reforzar una posición de interés, en el caso del Sr. Espina política, que no es la parte que interesa debatir (no soy ni de gobierno ni de derecha). Esta movilización de argumentos son de diverso tipo como la generalización apresurada (conclusiones sin suficiente justificación), causa falsa, apelación ad populum en temas de sensibilidad masiva, premisa problemática y circularidad del argumento. Estas son las que se vierten por el Senador en un tema delicado como es el de los crímenes y su sanción.
         Todo esto debe ser despejado para entender que en los argumentos de Espina se encubren una serie de premisas ideológicas que han estado detrás de las teorías de combate a la delincuencia en Chile desde 1994 a la fecha y que tienen su origen en una sola perspectiva teórica de visibilizar el problema de la comisión de delitos, el conductismo funcionalista, desarrollado en Chile por Paz Ciudadana.
         La primera precisión es señalar que el concepto delincuencia es polisémico y requiere que su uso sea cuidadoso. Si por un lado denomina a un campo de conocimiento de un fenómeno sociopolítico formado por la confluencia de comisión de delitos dentro de un sistema de legalidad que tipifica ese delito, por otro es usado interesadamente para construir un fenómeno social que sindica a personas como delincuentes sin que necesariamente lo sean para el derecho penal y que crea un grupo social al que llama delincuentes. El Sr. Espina la usa en este segundo sentido sin fijar límites y la vuelve equívoca y engañosa. Eso es o poco riguroso o simplemente intencionado, esperemos sea lo primero.
         Salvo como campo de estudio la delincuencia no existe de la manera como se presenta. Las personas son objeto de violencia o de delitos (crímenes) pero no de la delincuencia que es algo abstracto. Si se lee la entrevista podrá verse que se usa para referirse a delitos como hurto, robo o narcotráfico, de manera que el crimen bajo el concepto conductista funcionalista que usa Espina son cometidos siempre por des adaptados, siempre de clase baja; pero nada dice de otros hechos que artificialmente son dejados fuera de la delincuencia como fenómeno. Me refiero a estafas, uso de posición económica abusiva, uso de posición social abusiva como la pederastia religiosa, uso de información privilegiada, delitos de connotación económica sin victima directa como colusión de farmacias o caso Penta, etc. Siempre que se habla de delincuencia se usa para delitos de rapiña cometidos por pobres y no para actos cometidos por ricos. Como bien lo señala Augusto Thompson “la ideología convence que el crimen es cosa típica de las personas pobres. Un individuo rico pues, puede llegar a ser considerado por sus pares como deshonesto, inmoral, inmerecedor de confianza, experto, impiedosos, un hombre de negocios duro, nunca, con todo, un verdadero delincuente, un bandido, capaz de merecer los atroces torturas de una penitenciaría”. (THOMPSON, Augusto. Quem sao os criminosos. O crime e o criminosos. Entes políticos. Lumen Juris. Río de Janeiro. 1998. Página 54.)
         Las personas pueden ser víctimas de violencia por fenómenos que van desde agresiones familiares, abusos de niños, riñas, lesiones, uso abusivo de la fuerza por la policía (que no se señala como delincuencia) o por crímenes como robo, hurto o estafas. Así lo señala claramente el estudio del Barómetro de las Américas que la editorial del periódico señala y que si es riguroso, usa los conceptos de violencia y crimen y no la ambigüedad de la delincuencia. Lo que hay que combatir entonces son la violencia y la criminalidad que tienen causas, ejecuciones y efectos circulares y no lineales, que no se enfrentan solo con más mano dura, estrategia que en Chile claramente se ha venido propiciando y usando desde el año 1994 a la fecha en que Paz Ciudadana comienza su trabajo que nutre ideológicamente primero a la derecha y luego de forma transversal al espectro político, como el Senador Harvoe por ejemplo.    No basta con conocer y citar cifras de delitos, condenados y casos archivados como hace Espina, se requieren preguntas más profundas que el Senador o no se hace o bien desconoce, de modo que su cita resulta efectista pero insuficiente al punto del simplismo. ¿Por qué se comenten tales o cuales delitos? ¿Por qué se persiguen solo unos y no otros delitos, los mismos que son agrandados por los medios en desmedro de otros? ¿Cómo leen los que cometen delitos a la propiedad la impunidad a los delitos cometidos por las personas con dinero? Nada de esto está en la reflexión, solo cifras sin análisis de causas. No hay ninguna reflexión acerca de desempleo y falta de expectativas en las comunas de la Octava Región donde crecen esas cifras. Tampoco hay una reflexión sobre la violencia, simplemente ninguna. Es un análisis que nada aporta al fondo, solo pone una posición interesada.
         Segunda precisión indispensable. Espina señala como medida para atacar la delincuencia la coordinación de policías, fiscales y Jueces. Lo anterior es una aberración teórica y jurídica que llama la atención siendo Espina abogado. Los jueces no deben estar coordinados ni con las policías, ni con los fiscales ni con el ejecutivo ni con el legislativo ni con el mundo privado o el mundo social. Los jueces son parte del Poder Judicial, que es un poder independiente de todo otro poder del estado y poder social (o debería serlo), que es llamado a regular y controlar a estos entes como también a los fiscales y la policía, a decidir las controversias entre los miembros de la sociedad. La posición de Espina es errada o es totalitaria. Esperemos sea lo primero.
         Tercera precisión. Señala una serie de medidas de solución que consistiría en aumentar las atribuciones policiales. Sin embargo todo lo que señala ya existe en el Código Procesal Penal y es presentado como si no existiese, otra falacia argumentativa. El control de identidad está para cosos de flagrancia; la posibilidad de realizar las primeras diligencias al saber de la comisión de un delito también, de hecho lo primero que la policía debe hacer no es intervenir sino aislar el sito del suceso para una adecuada investigación; la Coordinación del Ministerio Público con la policía es mandato legal pero son las policías las que deben subordinarse al fiscal y no al revés. El tema efectivamente puede ser  la falta de capacitación; pero no se conocen o no tenemos estudios acabados sobre el problema, lo que no es extraño en un país donde casi no se hace investigación social profunda y aplicada. Sabemos del déficit de fiscales, pero falta saber el nivel de capacitación de las policías. Volvamos a la editorial que describe el caso del joven reducido y envuelto en papel plástico en Santiago y que estuvo 20 minutos expuesto. ¿Dónde estaba la policía todo ese tiempo en un sector céntrico altamente transitado? Esa si es falencia grave y demuestra que algo está pasando en las policías.De hecho el mismo Senador señala no saber si es por falta de policías o falta de facultades, lo que demuestra que todo lo que dice en la entrevista son solo suposiciones.

         Permítame un par de conclusiones para avanzar: primero, si todas las políticas de combate al crimen han fracasado en todos los gobiernos hay que cambia la mirada, las estrategias y prácticas, los acompañamientos en la materia; se necesitan estudios profundos y no solo cifras resumen; segundo, se requiere una mirada compleja del fenómeno de la violencia, del crimen o los usos del tiempo. La idea que cometer un delito es gratis que se menciona se basa en una asimilación de la sociedad a un supermercado y es en definitiva esa mirada pobre y causalista la que está en crisis y que debe ser superada.

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