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Concepción, Bio Bio, Chile
Abogado. Maestro en Teorías Críticas del Derecho. Doctor en Derecho en DDHH y Desarrollo.

martes, 4 de noviembre de 2014

EL LAMA Y EL CONSULTOR.

Hace unos días asistí a una conferencia organizada por un grupo de trabajo formado por miembros de las carreras de medicina e ingeniería de la Universidad de Concepción, llamado Salud y Bienestar o algo así. Los expositores eran dos personajes que supuestamente estaban conectados por un mismo elemento, la mindfullness, osea la técnica de vaciar la mente mediante la meditación. Lo ocurrido allí me ha llevado a esta reflexión. Comienzo describiendo y luego contando antes de decir un par de cosas.

El público eran unas 70 personas, varias de ellas al parecer estudiantes de la universidad, unas cuantas personas de ellas, una veintena eramos no estudiantes, ignoro si todos vinculados a la universidad o si como yo concurríamos por curiosidad. Yo quería escuchar al Lama, hace un tiempo vengo leyendo algo de budismo, como antes de Taoismo, de los Celtas, de nuestras culturas indoamericanas, etc. de pensamientos no occidentales.

Primero habló el Lama, ya que el otro personaje, un psicólogo que trabajaba con técnicas de minfullness para empresas venía con retraso en su vuelo desde Santiago. Pensé al principio que esto había alterado el orden de las presentaciones, que seguramente primero hablaría el consultor y al final el lama y que esa alteración podía ser la causa de la disonancia con que salí de la conferencia, con los días he pensado que no, que se iba a producir igual esa disonancia y eso me ha llevado a estas reflexiones.

El Lama comenzó, un personaje bajito, de rostro oriental, vestido con una hermosa casaca de aquellas que usan los tibetanos en sus colores naranjos y tojos y dorados, a la par que bajo ella vestía ropa normal, como cualquiera de nosotros. Habló con mucho lenguaje gestual, algunas palabras en español, unas pocas en ingles, unas menos en francés, de una manera fragmentaria de hablar que sin embargo podía seguirse con atención, o al menos a mi que muchas veces pienso fragmentariamente se me hizo cómodo. Dijo cosas bien interesantes. Partió señalando que ciertamente teníamos un problema de culturas diferenets apra aproximarnos a las cosas y para hacer el diálogo, que el occidente era febril y centrado en un hacer que siempre llevaba a las cosas, que la técnica de que iba a hablar, peros sobre todo a hacer un ejercicio, eso de meditar para dejar en paz la ente, era una gran técnica pero que para ellos era una triada de técnica, filosofía y religión; que lo que debíamos practicar era el desapego de las cosas no las cosas en sí, el problema eran los apegados, que había que disminuir el ritmo interno para calmar cada momento y estar bien (no recuerdo haya usado la palabra feliz). Señaló ademas que en el daño que nos hacíamos una cosa fundamental era el orgullo, que estaba formado por tres elementos: el miedo, la ira y el apego. Habló de compasión partiendo por uno mismo (esta palabra que genera tantos desaciertos) y de atender a nuestro propio cuerpo y a los ejes que lo componen y a la necesidad de la respiración como elemento de sanación; finalmente invitó a un ejercicio de meditación que nos puso a todos a respirar y calmar el ruido y logró un clima de maravilla por que él irradiaba coherencia y autenticidad.

Al terminar vino una ronda de preguntas, una mujer preguntó por el yoga y los niños y el habló que en el Tibet se les enseñaba de a poco y desde pequeños a meditar pocos segundos y eso llevaba al yoga pocos momentos sumados y así hasta la vida adulta. Luego hubo otra pregunta y en ese momento apareció el psicólogo. 

Ocurrieron las primeras dos cosas simultaneas que restauraron el ruido. El otro ponente entró con cara de prisa y como lamentando no haber llegado antes, con rostro no de estrella sino de humildad hay que decirlo; el Lama lo recibió con una gran sonrisa y le abrazaba y con gestos manifestaba su alegría que al fin hubiese llegado y bien; en paralelo otra persona tomó el micrófono y comenzó a hacer otra pregunta con una larga introducción y siguió hablando mientras duró todo el saludo y las recepción alegre del lama, sin importar ni apreciar este momento, ella estaba centrada en su pregunta. Habló todos esos, no se, 45 o 60 segundos y cuando se estableció el dialogó repitió su pregunta sobre como es que la técnica podía ser útil y que no entendía como se podía practicar sin la religión. El Lama sin perder la sonrisa le contestó que toda técnica se puede aplicar sin religión, y que esta técnica sin embargo nunca se desvinculaba del todo de la cuestión espiritual. No hubo acogimiento de ésto percibí.

Acto seguido presentaron al consultor, que habló de estar agradecido de estar allí (le creo) y de como esa técnica que el practicaba hace quince años (eso requiere mucha constancia) podía resultar beneficiosa para mejorar las condiciones de trabajo de las empresas con pequeñas instancias de descanso dentro de ella (y tiene mucha razón). Para fundamentar ésto presentó un power point con citas que leía, muchas de ellas con "nuevos pensadores" que hablaban de como debía mejorarse el clima de trabajo, de como se sabía que al aumentar los niveles de ingreso en algún momento decaían los niveles de bienestar, de pensar el lugar de trabajo como un lugar donde hay personas, de la felicidad como una meta posible mediante esta técnica, de como en sus experiencias al practicar estas técnicas en acciones de consultoría, al terminar el ejercicio la gente le decía que se sentía mucho mejor, que combatir la fatiga era muy importante. Por el tiempo hubo solo una pregunta de alguien que preguntó si trabajaba con perfil bioquímico, el dijo que no, y la preguntadora comenzó a darle una pequeña charla de eso al charlista, hasta que debió ponerse término al acto, lo que hizo todo acabase bruscamente.

Me fui con una amiga a tomar un café y a calmar el brote de ira que me estaba comenzando a aparecer tras la exposición del consultor y había que aquietar el ruido y pensar con calma para no desperdiciar las enseñanzas que el momento podía entregar.

Lo primero que pensé es que una vez más es cierto aquello que dice Boaventura de Sousa Santos marca como un obstáculo a nuestra emancipación, el desperdicio de la experiencia; luego recordé lo que yo mismo escribí hace un par de semanas a propósito de Cristhian Felber, y es el continuo estado de deslumbramiento ante nuevas técnicas, métodos o teorías que supuestamente van a salvarnos de un estado de crisis y que en verdad olvidamos incorporarlas a nuestro acervo como una más de las propuestas que deben conciliarse en un sentido diferente a la idea del cambio de un modelo absoluto por otro absoluto. 

Entonces pensé que la charla del consultor merecía varias observaciones y bien profundas:

Uno, que deslumbrarse incluso con una técnica es un error si no se ponen en contexto y sobre todo si no se atiende al sentido profundo desde donde las técnicas surgen, el por que y para que nacen y se desarrollan y el sentido que las técnicas le dan al conjunto de la vida social y no sólo individual.

Dos, que en en igual sentido un cambio de estado momentáneo no va a producir cambios muy profundos por que, como el mismo consultor lo dijo, se requería una sistematicidad en la práctica o el resultado se iba a difuminar. El problema de plantear técnicas aisladas de felicidad en las empresas es bien complejo, por que el sistema de empresas hoy se estructura en base a la competitividad capitalista y eso no dejará que la felicidad sea un estado permanente que no pase por el consumo y en definitiva por las mercancías.Además que el sistema de trabajo no es un problema de una empresa sino del sistema económico y su forma de acumulación ultra competitivo que vivimos.

Tres, que al plantearlo como una técnica al servicio de un mejor estar para mejor atender al público y mejor rendir marca desde un inicio el rubro al que puede aplicarse, una cierta área de servicios, pero que eso choca profundamente con algo de que el consultor no habló y que es que nuestros sistemas de atención a público hoy pasan por la explotación y el uso intensivo del tiempo y del cuerpo de los trabajadores. Como el mismo lo señaló su técnica solo aportaba cuando alguien encargado de un área quería efectivamente un cambio y no solo para mejorar rendimientos de productividad.

Cuarto, que el consultor marcaba como algo muy novedoso algunas cuestiones que muestran más ignorancia que acierto, que para él en su propio caminar le han significado un cierto deslumbramiento pero que están en el centro de advertencias ya históricas que al desconocerse impiden ese acto de alumbramiento sea de iluminación, pues nos dejan en la perdida de la experiencia. Me refiero al menos a lo siguiente:
  • El que hay que combatir la fatiga y dar lugar al descanso lo dijo con meridiana claridad Carlos Marx en El Capital cuando habla de "uso de la fuerza de trabajo" aludiendo al concepto de fatiga que había introducido Adam Smith en La Riqueza de las Naciones. Lo anterior es indispensable recordarlo o saberlo para situarnos en contexto frente a las técnicas de felicidad: el bienestar en el capitalismo esta asociado en cuantoa  su mayor o menor éxito a una estructura de clases que se sustenta en usar a otras personas como mercancías y medios de producción y no como personas.
  • El mejorar el ambiente de trabajo y crear condiciones para un trabajo adecuado viene repitiéndolo la OIT desde su fundación a través de llamar a la dignidad o al trabajo decente. Nuevamente no hay bienestar sin estar de otra forma en el contexto. El problema no es el uso de una técnica momentánea para mejorar el hacer y estar sino de estar en un hacer empresas bien diferentes, que considere a sus trabajadores parte de su desarrollo y no solo mano de obra. Con explotación no hay combate de la fatiga, con turnos de trabajo centrados en la competitividad no hay bienestar, con un sistema de inserción en el trabajo del trabajador que no lo haga parte de las definiciones centrales de como, porque y para que trabajar no hay cambio. Para combatir la fatiga se requiere un modo de producción no explotador y no solo técnicas que son si necesarias pero que de un aporte acaban volviéndose espejismos.
  • Ideas como que a mayor nivel de ingresos llega un momento en que la calidad de vida disminuye o que se requiere un nuevo relacionamiento en el estar/hacer y en nuestras emociones no son ideas de iluminados teóricos de la RSE de los años recientes, son perspectivas con ya un buen tiempo de ser planteadas. La idea de una ruptura entre ingresos económicos y calidad de vida y potencia ya fue advertida por Manfred Max-Neef y por eso le dieron el Premio Nobel Alternativo de Economía en 1983, es decir mucho antes que los nuevos ángeles del marketing; la idea de una nueva relación de estar/hacer/ser en una nueva emocionalidad es aún más antigua y fue propuesta por Maturana y Varela en su libro "De máquinas y seres vivos" en 1973.
Para Iluminarse hay que combatir el deslumbramiento.

Es entonces que se me vienen a la cabeza otra serie de cosas sobre lo del Lama y el mensaje profundo que allí se alberga.

El deslumbramiento tiene que ver con el ego y con el poseer y con el hacer de la mecánica (las técnicas) una forma de actuar que sigue siendo desapegada de lo que somos, una integridad no solo con el contexto social y cultural sino sobre todo de lo vivo. De ésta forma si no entendemos que una técnica adecuada requiere de una filosofía adecuada y una espiritualidad adecuada -para no usar el termino religión- perdemos el sentido, y uno de los graves problemas del capitalismo es que su único sentido es el poseer y producir para la producción, y ello choca con el desapego de las cosas.

Entramos entonces al corazón de lo que se me viene a la cabeza. Los occidentales aún no somos capaces de darnos cuenta cuan desajustado esta nuestro conocer, nuestro saber, nuestro hacer y nuestro ser. Acostumbrados a pensar en la tensión neurótica de la bipolaridad de las cosas (bueno-malo, justo-injusto, últil-inutil, macho-hembra) perdemos aquellos mensajes de apertura que están centrados en pensamientos que hacen de su base lo impar y de su desarrollo lo  múltiple. El habla del Lama, el budismo, como otros pensamientos no occidentales, están construidos en base a pensamientos de asociaciones de triadas, de fragmentos, de elementos múltiples, de diversidad cultural y humana y que son reunidas luego no en un estado de orden sino en una armonía dinámica. Esto es tan profundo que no entendemos como pensar de una forma no bipolar o monista sino en un proceso de apertura a lo múltiple. Es necesario dar un salto epistemológico inmenso en este sentido o nuestro hacer occidental será solo una reiteración de lo mismo.

Occidente ha producido una generación valiosísima de cultura que ha llegado a un límite, por que buena parte de la cultura ha sido una reacción frente a lo práctico de lo dinámico (una triada) o una creación desde lo múltiple y contra la cultura hegemónica de lo único y que tiene no solo técnica, sino sentido,  a ratos sensata a ratos insensata y es a éste límite actual de insensatez que hay que atender.

Esto es lo que hay que pensar, en otro conocer, otro hacer, otro saber. En otra forma de acumular y rescatar la experiencia y los saberes tradicionales que vamos creando para no perderles, en recordar que las técnicas requieren de un pensar y de un desarrollo de conexión con el resto. Si no hacemos este proceso en serio, desde lo individual, lo colectivo y lo comunitario, desde lo intimo, lo público y lo privado, desde el encuentro, el hablar pero sobre todo el escuchar para volver a encontrarse, oír y hablar, todas las técnicas chocaran contras las mismas murallas que ya sabemos: un modo de producción centrado en poseer, un modo cultural centrado en el orden, un modo de hacer centrado en la técnica y una forma de ver lo social como algo que se mueve solo en línea recta. 

Es tiempo de dejar de deslumbrarse y comenzar a iluminarse, es decir a ver, estar y producir en la luz y no en la opacidad. Curiosamente otra triada, 

En la fábula del Lama y el Consultar lo que falta es el otro personaje, el nosotros ausente que debe hacerse presente o no hay encuentro y así no hay siquiera estar, menos bienestar; la explotación comienza siempre por desconocer al otro.

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