Hace unos días una amiga me etiquetó en su Facebook para que
mirase un video sobre un personaje que estaba dando que hablar, Christian
Felber, con su propuesta de Economía del Bien Común que pretendía superar la
dicotomía entre capitalismo y socialismo, me invitaba a verlo y después
comentarlo. Aso hice en estos dos link:
https://www.youtube.com/watch?v=Sw15spewr24
Y de escucharlo y leer
sus propuestas para esta nueva economía (http://www.economiasolidaria.org/noticias/la_economia_del_bien_comun
)basada en una rediscusión de los valores dominantes, de la forma de mirar las
emociones y las relaciones humanas, el capitalismo como una competencia que
deviene en contra-petencia, no común sino destructiva, en un respeto profundo a
la ecología ambiental y humana (importancia de las emociones, de los
encuentros, de la responsabilidad, de una nueva ternura masculina) y la recuperación
de principios tan generales sobre la vida democrática, que estaban escritas en
varias constituciones de países democráticos, como bien común, interés general,
soberanía, etc. Habla además de la
necesidad de nuevas metodologías (epistemologías en verdad) de análisis de la
realidad, de crear nuevos indicadores para medir los objetivos y fines y no los
medios de acción de la economía como es el dinero. Señala la necesidad de
subjetivisar la economía que se plantea como ciencia de lo objetivo sin serlo y
a revisar los objetivos y los fines de la actividad económica y empresarial
centrándose en los fines y no en los medios, en las causas y no en las
consecuencias. Señala en sus hablas que su trabajo junto a un grupo de
empresarios austriacos y suizos lleva apenas pocos años, dos o tres, y ya ha
llegado a quince países.
Interesante Felber, pero es necesario decir algunas cosas
para no engañarnos ni caer en esa mala técnica que es el deslumbrarnos, el que
creer que lo que de pronto aparece como novedoso es nuevo, sin reconocer las
genealogías de estas pistas y delimitar de la mejor manera su potencial y sus
límites.
Me es necesario decir algunas cosas sobre lo que plantea
Felber, para no incurrir en esa mala técnica del deslumbramiento y si desarrollar
el alumbramiento:
1.
Lo
que señala sobre la necesidad de replantearse los valores, de fijarse como estos
aprendizajes de marcos de valores sin que nos cuestionemos de donde vienen inciden
decisivamente en las formas de actuar en el mundo, en las relaciones de
intercambio y en nuestro estar en él. Esto de los valores no tiene nada de
nuevo. El gran faro de alerta contra esta cuestión es sin duda Nietzsche, quien
no solo alertó sino que además discutió con una ferocidad a la altura de la
trampa que con ellos se nos ponía por delante en nuestra elevación como
humanidad, al punto que no solo hablaba de cambiarlos sino de transmutarlos, es
decir inventar otros radicalmente contra civilizacionales.
2.
EL
rescate de la emocionalidad como fundamento último del hacer humano se lo
debemos sobre todo a Humberto Maturana y Francisco Varela, que no solo estudiaron
los fundamentos biológicos de la actividad humana y la necesidad de reconocer
en la alteridad de nuestras interacciones la influencia de las emociones como
conductas de interacción, sino que además revolucionaron la comprensión del
mundo a partir de una teoría de sistema desde lo biológico pero no reductivista
como la de otros autores.
3.
La
idea de que la economía no es una ciencia objetiva ni exacta viene siendo
discutida hace mucho. Pero no puedo olvidar el extraordinario aporte que a esa
discusión y a la necesidad de establecer indicadores sinérgicos, búsqueda de la
acción con la emoción en una potencia de la apropiación de lo humano, a una
creación de otros indicadores para la revisión, reflexión y sobre todo acción
fueron realizados también hace mucho por otro chileno, Manfred Max-Neef en su
Economía Descalza y en su propuesta un poco más articulada de un Desarrollo a
Escala Humana complementada por Antonio Elizalde y Martin Hopenhayn. De hecho
la matriz de indicadores de bien común tiene mucho de la matriz de desarrollo a
escala humana que ya Max-Neef publicó a principios de los años ochenta del
siglo veinte, es decir unas tres décadas.
4.
La
otra indicación que parece indispensable señalar es como estos aportes
trascendentales y transmutadores no han sido reconocidos suficientemente dentro
de nuestro país, probablemente porque tendemos a deslumbrarnos con lo que pasa
fuera de la isla en que vivimos.
5.
Felber
llama además, en ese reconocimiento de las emociones y la necesidad de nuevas
acciones, a una revisión también de las pautas patriarcales y su sentido de competencia.
La necesidad del rescate de la ternura y de la consideración por el otro tiene
también historia, la teoría del cuidado ajeno y la sororidad del feminismo, las
pistas de nueva masculinidad de gente como Naranjo por ejemplo y una frase
liviana y reiteradamente vaciada de potencia en su repetición fetiche por las
izquierdas, aquella del Che Guevara de no perder la ternura. Con Felber sabemos
hace ya un rato que no hay otro mundo posible sin nueva masculinidad.
6.
Esta
importancia e no solo clamar un nuemo modelo sino construirlo con sentido
común, con anticipación, con una lucidez de inocencia me recuerdan con mucho a
otros antiguos movimientos de trascendencia humana, a Bretón como exponente de
una generación de anarco dadaístas y sobre todo a lo planteado por James C Scot
en su último libro elogio del anarquismo, sobre todo porque nos recuerda que es
la acción directa lo que cambiará el mundo y ello no siempre quiere decir
lanzar piedras, como se le reduce por partidarios y enemigos.
7.
Pero
todo esto tiene importancia por que aquellos que se le ha llamado en los
últimos cien años aproximadamente de diversas formas es otra cultura de no
capitalismo que ha estado allí y que ha sido ocultada por las matrices
autoritarias del capitalismo y del socialismo; es lo que en los cincuenta se
llamó beat, en los sesenta hipismo, en los setenta ecologismo, en los ochenta alternativismo,
en los noventa y dos mil altermundismo.
Sin
embargo es apuntar algunos grandes déficits de lo que plantea Felber, euro-centrista
como no, aunque abierto al mundo, como no si estamos en época global.
·
Señala
Felber que no existe constitución alguna donde se afirmé y se promueva un
modelo económico neoliberal directamente, y yerra. Para tristeza nuestra existe
y es la chilena. Una de las cosas lamentables que empieza cambiar pero no del
todo aún es que uno, si quienes creen en el lucro como mecanismo de victoria
sobre los otros han sido capaces de escribir una constitución y causar más daño
del que se imagina, y dos, que aun en Chile muchos no logran captar que el tema
de la constitución política no es baladí, precisamente porque no es
democrática, y en eso Felber tiene razón, una constitución que no da cuenta del
bien común no es democrática, por eso más allá de lo que en la prensa y las elecciones
se dice, Chile no es e verdad democrático.
·
Llama
Felber a no solo tomar el bien común que está en las constituciones
democráticas sino a ponerlas en constituciones donde los derechos de lo común,
de la relación, de la solidaridad humana y ambiental se plasmen, por que no
están en ninguna parte. Ignora Felber que eso ya existe, está en las constituciones
políticas de Ecuador y Bolivia donde si el pueblo participó, donde si la
constituyente expresó otros sentidos comunes no occidentales y es necesario mirar
en serio esos procesos, estudiarlos y acogerlos porque si son nuevos y
novedosos.
·
Pero
además la nueva economía del bien común, de la que ya se viene escribiendo hace
rato no sólo por Felber, tiene en este personaje un déficit que dice relación
con el lugar desde donde mira (las acciones en un espacio hacen a los sujetos
decía Milton Santos) y es que a ratos parece que insiste demasiado en un
sentido de lo universal que es propiamente occidental. Ese universalismo
abstracto es un peligro de insistir en lo occidental, como lo han venido
advirtiendo Boaventura de Sousa Santos, Joaquín Herrera Flores y recientemente
en su último libro María José Fariñas Dulce. Es necesario mirar lo local no de
manera aislante pero el universalismo que no de se desuniversaliza acaba
asfixiando, así se llame bien común.
·
Comparto
con Felber la necesidad de trabajar nuevos indicadores, los que vienen siendo
trabajados también hace mucho desde los indicadores de la felicidad, de las
necesidades humanas, de lo mínimo versus lo básico, del PNUD y desarrollo
humano, etc. De hecho ahora mismo creo profundamente que para superar la
crítica jurídica (otro universo a rescatar) hay que dar un paso adelante y
crear una nueva epistemología y metodología de los derechos, a lo que espero
dedicarme sin deslumbramientos los próximos años.
Finalmente solo una cosa más a propósito de Felber y una más sobre
él y todos nosotros:
a) Yerra profundamente Febler cuando cree que en materia de
sociedades y de institucionalidad el problema es constituyente. No, el problema
es instituyente.
b) Es bueno no deslumbrarse pero si alumbrarse y en esto hay
que decir algo en beneficio de éste mensaje refrescante como tantos otros
frente a la idea del conocimiento único: hay un otro sentido común que viene
emergiendo hace mucho, con disparidades y porosidades como el de Felber, menos
mal ya estamos hartos de autoritarismos y pensamiento completos y no complejos.
Ideas que hace no tanto eran excéntricas empiezan a mostrase de manera mucho
más amable, compasivas, emancipatorias, participativas y compenetrantes.
En esto hay
que encontrarse y abrazarse con Felber y con otra larga lista de gentes como
las que he reseñados y tantas ausencias de figuras públicas y de constructores
públicos, privados e íntimos con los que debemos abrazarnos, sin ídolos, para rescatar otro
lema que me sigue sonando fuerte: otro mundo es posible.
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