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Concepción, Bio Bio, Chile
Abogado. Maestro en Teorías Críticas del Derecho. Doctor en Derecho en DDHH y Desarrollo.

miércoles, 1 de abril de 2020

PENSAR EN LA EMERGENCIA MAS ALLÁ DE LA EMERGENCIA. O todos los problemas ya estaban acá de antes.


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En su Ética, Baruch Spinoza reflexiona como el ser humano transita entre la extensión y la duración. Que se conoce mejor la extensión que la duración, pues es tiempo es un sobresalto permanente en que no se ve claramente como nos afecta. Para decirlo en simple: es claro que nos cansamos caminando largos trechos pero no necesariamente estando largo tiempo. ¿Por qué digo esto? porque cada vez que se nos aparece una catástrofe la inminencia de esta, el apremio de resolver los problemas inmediatos, la pregunta por el momento presente y por el siguiente nos parecen tan urgentes que precisamente perdemos conciencia de la duración del nosotros que  eramos antes, somos durante y salvo muertos, seremos después de la catástrofe. 

Esto está pasando hoy con el COVID 19, la catástrofe mundial es tan grande que nos angustia y provoca una suerte de ceguera temporal. Los estados de emergencia requieren por cierto soluciones urgentes, pero no de cualquier modo ni sobre cualquier cosa, sino que exigen moverse entre la tensión del problema que nos aqueja, los efectos que ese problema plantea, lo que existía antes y como eso se quiebra o profundiza para con datos de todo aquello, encontrar soluciones que sean viables para algo que no es para todos lo mismo. La pandemia mundial del COVID 19 viene a plantear urgencias, develar realidades, preguntas por lo que debe hacerse y preguntas por lo que existía. Los tres primeros asuntos ocultan eso, lo que había y es también a lo que hay que atender, por que son las causas las que producen efectos y no al revés, el estado de crisis viene a quebrar el estado de tensión que ya existía y a oponer otro quiebre más urgente y actual pero no lo hace desaparecer. 

Es hora entonces de ser honestos en el análisis de la existencia y duración de las cosas. El Corononavirus, como antes lo que llamaron "Estallido Social" como que sobrevino de pronto, o hace 10 años el terremoto no son sino emergencias que precisamente hacen emerger otros problemas que están allí desde antes por que rompen con la monotonía que se trata de imponer sobre algo que no es natural sino producto de ciertas causas, el estado de cosas en que vivimos. 

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Seamos honestos: todos los problemas que tenemos producto de la crisis sanitaria ya los teníamos desde antes: un sistema económico que opta por que todo bien necesario para la vida debe ser comprado por uno y vendido por otros (las mascarillas por ejemplo); con él un sistema financiero que hace que todo deba ser pagado pero idealmente con intereses, de manera que no solo se pague una ganancia por la compra actual sino que se siga pagando en el futuro para asegurarle ingresos a los dueños de las cosas. Ya teníamos ademas un régimen jurídico constitucional y legal en que no hay derechos sociales para las personas sino solo que puedan elegir entre un prestador y otro, que acumula la propiedad en manos de quienes puedan comprarla y excluye a quienes no, que deben o arrendarla o comprársela al precio y en la forma que los dueños vendedores determinan. Un sistema que impide regular los flujos financieros y determina la libertad y necesidad social subordinada a la libertad de empresa y de inversión; que establece frente a esa dispersión y preeminencia de los individuos un estado que concentra en el presidente de la república la velocidad con que deben apurar se las leyes que saldrán, los gastos que el estado debe hacer y si todo falla un Tribunal Constitucional que deroga las leyes que si se han dictado puedan afectar ese sistema que antes describimos. 

Sigamos siendo claros: todos los problemas sociales que enfrentamos ya existían de antes: Chile no posee un sistema de salud que proteja a todos ni menos a todos por igual, el orden de preferencia es que quien puede pagar primero, con hospitales públicos con menos recursos humanos, profesionales, de insumos y técnicos que las clínicas y hospitales privados, por que a las mayorías se les da o que se puede pagar por el estado, gastos que son definidos por el poder ejecutivo en el presupuesto nacional. Ya teníamos un sistema de trabajo precario, mal pagado, en que el trabajo formal, es decir con contrato de trabajo es incierto y sometido a los abusos de la economía y del dueño de la empresa, con leyes que no lo protegen lo suficiente y además trabajadores sujetos al miedo de caer al trabajo informal, donde cada vez más personas dependen no de un sueldo mensual sino de lo que puedan hacer día a día, de manera que elegir entre estar enfermo o vivir ha sido un dilema que ya existía de antes para muchos ciudadanos. 

Chile ya tenía un sistema atrasado de energía, una forma de gestión urbana que privilegia acumular gente en espacios pequeños por que el metro cuadrado es siempre muy caro para los pobres; ya teníamos en el abandono a los niños, abuelos, marginados que viven en la calle, mujeres golpeadas y violadas, etc. El Covid 19 solo ha venido a mostrarnos una vez más que ese es el país real en el que vivíamos de antes y sigue viviendo ahora

Las crisis solo vienen a mostrarnos lo que somos y eramos desde antes y  que dejamos de vero derechamente se nos ocultaba. Volvamos al problema que enuncié inicialmente, el de la mirada de las cosas con una visión de la emergencia. 

Permanentemente ya vivíamos una crisis que nos lleva a pensar siempre provisoriamente para resolver el problema actual y urgente por sobre el necesario. El habitante de las calles debe diariamente hurgar en la basura para comer o reciclar, el vendedor ambulante precario y el pequeño comerciante deben diariamente pensar como pasar ese día; el trabajador promedio diariamente debe enfrentar la crisis de estirar el sueldo el mes completo dividiéndolo entre las necesidades de su familia y de estirar las horas de sueño en la locomoción colectiva; las mujeres golpeadas cada día deben ver como convivir con su agresor, los jubilados como usar un dinero que no alcanza más que para el arriendo o alguno de los remedios que debe tomar. 

Contra esa emergencia las autoridades hablan diariamente en cadena nacional sobre las medidas urgentes para enfrentar la peste y que la inmensa mayoría debe sumar a las decisiones de urgencia diarias que ya debe tomar. Estos señores y señoras que tiene ingresos millonarios, ahorros, redes que permanente les hacen crecer esos ingresos y ahorros que extraen del trabajo diario de los afectados por las urgencias cotidianas, nos proponen medidas más urgentes y controles de excepción pero sin alterar la normalidad de las cosas, donde los trabajadores están siempre, no solo ahora, obligados a ir a trabajar así se venga abajo el mundo o perderán su trabajo, donde los pequeños comerciantes y los ambulantes deben pelear entre ellos por quien vende los productos chinos de bajo costo mientras los negocios chinos les ganan a ambos. Usan el discurso de la emergencia para decir que luego hay que volver a la normalidad. 

El hecho es que estamos hablando de la emergencia, pensando en la pequeña cosa diaria y no pensado en lo que dura desde antes y que se prolongará después de esta crisis. Esto es lo que hay que empezar a cambiar, no quedar atrapados en el pensamiento de crisis que nos somete sino abrir un pequeño espacio de reflexión sobre lo que había, lo que hay y lo que debe haber para el futuro. Quedarse todo el tiempo en el tareísmo de lo urgente nos hacé perder la visión sobre la duración de las cosas y de nosotros mismos. Es necesario usar el tiempo en que estamos para pensar en como queremos sea la duración del tiempo por venir y no solo el comentario de lo que se viene en el ahora de los próximos minutos..

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