Va a cumplirse casi tres meses desde que comenzó el actual movimiento estudiantil en Chile, que clama, grita, carnavalea, replantea, fundamenta y exige otro modelo educacional para el país, tanto a nivel básico, medio y universitario, que cuestiona el lucro y exige calidad, dignidad y decencia en el cobro de los aranceles.
Esta no es la primera ni la última irrupción de los estudiantes. Ya el año 2006 la revolución pingüina de los secundarios conmocionó el país y a mi entender provocó cambios muy profundos que no fueron vistos no solo por los políticos sino por casi todo el país adulto. Uno de sus efectos es este aprendizaje de que la calle es el lugar público de todos y que es donde, a falta de oídos en las instituciones, los adolescentes tenían que recurrir; pero hay otros más profundos, como que la revuelta de los estudiantes marca el fracaso de mi generación, los que tenemos más de cuarenta, por que no tuvo los cojones de seguir exigiendo el país por el que se soñó hace 20 años y lo que es peor, aquellos que entonces se vestían en la ropa americana pasaron amar el dinero y a amarlo con devoción, creyendo que así serían iguales a los ricos del país, quienes no aman el dinero sino que, por haberlo tenido siempre, saben que es solo una forma en que se manifiesta el poder, como poder de comprar, incluso conciencias e historias de vida. Hay una tercera consecuencia a mi modo de ver esos chicos de 15 a 18 años que se tomaron los colegios y los entregaron casi sin ningún daño la plantean una pregunta profunda a sus padres que podría ser más o menos así ¿como a nosotros que cuidamos un montón de edificios en Chile y les obligamos a hablar de algo que habían olvidado nos van a decir que no vayamos a una fiesta?
Pero ya ven, como nadie respondió esa pregunta sino que inventaron una comisión a cargo de las ideas de un señor Brüner que ha lucrado con sus ideas neoliberales disfrazadas de progresistas siendo contratado como el experto en educación, apenas unos pocos años después esos mismos chicos ahora universitarios más sus hermanos o primos menores están otra vez planteando preguntas y señalando caminos: señores políticos, adultos todos, han construido un país de mierda que solo piensa en hacer negocios y que nos miente con que la educación es el camino, que es, pero no si tengo que pagar todo mi sueldo en las deudas que para educarme contraje, dejen de seguir en la farsa de la democracia perfecta donde las instituciones funcionan y hagan que funcione la dignidad y los derechos, eso que se llama ciudadanía.
El gobierno, que es un defensor acérrimo del lucro y las ganancias económicas como objetivo de vida, ese es el sueño que proponen, ha acabado por sorprendernos a todos de haber sido sorprendidos, basta oír, leer o ver las noticias para apreciar como todos hablan de educación: la gente de la calle, los estudiantes, los apoderados, los profesores, la señora de la esquina, los parlamentarios, algunos empresarios (no los que ganan dinero con la educación) , los intelectuales, los partidos políticos, los actores, las artistas, los extranjeros y los nacionales en el extranjero, todos, pero solo el gobierno no dice nada y hace anuncios que son solo titulares.
Algo me dice que si no atina este gobierno de egoístas y la sociedad toda no sigue empujando vamos a perdernos otra oportunidad histórica de tener más decencia, tema de conversación y vida que cuanto dinero ingresamos y cuanto gastamos y que reality show está de moda.
Pero hay otra voz que hecho de menos, la de los juristas, de los abogados, las escuelas de derecho, de los que hacen la cultura jurídica de un país y que llevan en su acervo una palabra que conmueve más allá de su saber técnico: derecho, derechos, justicia.
No he escuchado ni leído a los Colegios de Abogados diciendo nada acerca el uso excesivo de la fuerza por la policía y/o de la autotuleta legítima e ilegítima.
No he leído a la Asociación de Magistrados diciendo que epa, paren un poquito, que toda discusión debe estar ordenada en el sentido de respetar, garantizar y profundizar los derechos y no solo el lucro pactado o no pactado.
No he leído convocatorias de abogados autónomos, pidiendo aquello que se supone el derecho representa: la razonabilidad por sobre la estupidez, la falta de argumentos y la brutalidad.
No se ha visto siquiera a los que hacen mediación diciendo, oiga, Ud. que tiene la sartén por el mango debe ponerse en el lugar del otro y considerarlo legítimo antes de exigirle que cumpla con las ordenes que le da, que la suma cero, esto es que alguien gana y alguien pierde, no soluciona nada a la larga.
Y mientras las Universidades están en toma me habría encantado ver a los decanos de las escuelas de derecho que se creen serias no discutiendo si desalojar o no o si esas no son las formas, sino haciendo un gran aporte, señalándole a todo un país y a sus alumnos cuales eran los caminos y procedimientos que podían seguirse, no necesariamente los que están escritos ya que la ley no puede decirlo todo y cuando no lo dice pueden las partes crear sus formas y contenidos, que eso ha sido siempre el derecho, una apuesta por la razón contra la barbarie.
Aún espero pase algo así, por que eso si sería histórico. Más allá de todas las deficiencias históricas, los sistemas basados en el derecho tenían un pelo más de sentido que el haberle entregado y dejar que tomaran las sociedades los cuadrados de la economía. En el tiempo de los derechos al menos se esperaba que existiesen, en la época del neoliberalismocivilizatorio y productor de dignidad, la ciudadanía y el derecho pasarán a ser otra palabra vacía, y eso si que sería el triunfo de la estupidez sobre la razón y yo no quiero eso.
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