Entonces, asumiendo a que estaba en horario de ser un simple antropoide y no abogado (no haga nadie preguntas tontas por favor, yo sigo creyendo que uno es más que el título que lleva) intenté darle algunas respuestas, que fueron más menos las siguientes: bueno, lo primero es respetar la ley, por que se sabe de antemano que la ley protege a las mujeres embarazadas y con hijos recién nacidos, de manera que eso era algo que el mentado jefe aquél sabía desde siempre y debió haber tomado medidas antes, no al momento del problema; segundo que hay que ponerla si no se puede en la misma función en una similar que no provoque menoscabo, es decir que se trate de funciones y labores similares, que no impliquen un atentado contra su dignidad como trabajadora, ni modificaciones en sus horarios no irrespetar estos y los derechos de amamantamiento a la criatura ni mucho menos que percibiese menos remuneración que aquella que habría recibido en su puesto normal. Ah, y sobre todo que las cosas era conveniente resolverlas dialogando y negociando y no imponiéndole cosas que eso era de sentido común.
Pero además le dije, que sabes, si uno se pone en el lugar del otro es obvio que venir de vuelta y encontrarse con que se le quiere despedir inmediatamente va a provocar un estado de ponerse a la defensiva y que luego es obvio que al defender sus derechos legales, que ya debieron haber sido considerados antes por el Sr. Jefe, iba a sumir una postura de cierta fuerza por que claro, así cualquiera se siente agredido, ¿o no?. Además que le pregunté, imagínate tu misma, de vuelta de la emoción de ser madre y del estado de amor del contacto materno del amamantamiento y el cuidado, te la ponen dura de entrada, sin recordar que aunque a algunos encargados de los procesos y los recursos de las empresas parece olvidárseles, los seres humaos aun nos reproducimos por vía sexuada, es decir que hay que asumir los embarazos como parte de la especie y dejarse de hacerle la guerra, a menos que sean machistas o tengan fobias a las mujeres o algún otro problema de identidad no resuelto, o simplemente se confundan los números con las personas, que para más remate, a diferencia de las piedras, tienen emociones. Y me da la sensación que algo le hizo sentido.
Pero me dejó pensando que claro, el tipo se ha sobre representado a si mismo, ha asumido entero su rol de Jefe de recurso Humano, lo que es una controversia conductual, pero además personifica una función que nada tiene de respeto por la alteridad, ni siquiera en el nombre, ya que el se encarga de administrar recursos que en mala hora son humanos, y debe maximizar recursos, reducir costos, conseguir ganancias, manejar esto insumo tan complicado que se enferma, tiene hijos, baja o aumenta la producción según sus estados de ánimo. Y seguramente algún otro gerente le pide cuentas y lo mide de la misma forma que al que maneja engranajes, o papeles, o llamados telefónicos o piedras. Y como siempre las responsabilidades son personales, por que él pudo dialogar y prevenir éste conflicto, pero sobre todo estructurales, u organizacionales, como les gusta llamarlo ahora.
Por que parte del verdadero problema está en que para implantar y mantener el modelo de producción que hoya sumen las empresas, aquellos que se replantearon la organización del trabajo y la producción después de mayo del 68 comenzaron no solo por reorganizarlo todo, sino también por rebautizarlo todo. No solo llamaron a los cambios con nombres que técnicamente parecía otorgar especialidades magníficas a sus ejecutores, casi siempre ingenieros, pasando de los reordenamientos, nombre demasiado parecido a lo que hace una dueña de casa, a otros como procesos productivos, reingenierías, organizaciones asimétricas, trabajo en red, ciudad de proyectos, administración y satisfacción óptima, eficiencia perfecta, etc.
Como parte de esos bautismos se produjo un desplazamiento mínimo tal vez, ridículo dirán otros, banal, pueril o simplemente me acusarán de afiebrado y demasiado pasado de películas de dominación, pero una cosa es cierta, los viejos departamento de personal pasaron a llamarse secciones de recursos humanos. Y las palabras siguen significando algo y construyendo nuestra subjetividad, haciéndonos en el lenguajear como dirían Maturana y Varela. Así es, en menos de una generación los trabajadores pasaron de estar sujetos en cuanto a sus trámites y organización al interior de la empresa de Departamentos de Personal, es decir una sección en que se decidía que hacer con las personas que trabajaban, a la sección de Recurso Humano, es decir un insumo, una cosa con número de cédula de identidad y ya no con historia de vida.
Y es verdad, es entonces cuando me afiebro y comienzo a pensar en como el sistema global neoliberal ha partido por quitarnos no el piso sino los nombres mismos, pasando de una organización que podía ser acusada de hipócrita al tener nombres dulces a una forma de manejar insumos, cosas, números que organizan el sistema. Y me imagino un salto cualitativo de nuestras organizaciones sindicales, ya no pelando por más dinero que les permita comprar más cosas y pagar más deudas adquiridas con la masificación de las tarjetas plásticas en las multitiendas y grandes templos del consumo. Imagino a los pequeños sindicatos, a las federaciones y centrales sindicales iniciando una gran campaña para que las secciones de recurso humano pasen a ser nuevamente Departamentos de Personal, en la que habría que explicarle a cada trabajador, a cada asamblea, a cada ciudadano en la calle, en los medios de comunicación, en la Web, que no quereos ser recursos, que ya basta de ser considerados insumos y nuestros actos estadísticas, sino personas, seres humanos, antropoides que trabajan y piden derechos por que quieren dignidad antes que todo, que con eso se come con sabor. Puede que esta sea una idea demasiado etérea para los mecánicos de las revoluciones pasadas, pero ya me imagino marchas con carteles que digan “no somos números”, “quiero ser persona”, “les gustaría ser llamados calculadores de cabezas, contadores de piernas”. Y teniendo que explicarle a los asombrados jefes, a los gerentes, los miembros de los directorios sociales, los economistas, los analistas de la televisión y la prensa que no da lo mismo llamarse Juan Persona que Recurso 10412347-3 R, no somos meteoritos.
Claro es una idea afiebrada, por que en una de esas es un buen principio para rebautizar de nuevo las cosas, llamar a las plantas árboles y no materias primas, a los despidos despidos y no separaciones, a las mujeres agredidas víctimas y no “por algo le habrá pasado” y así, como en el principio de todo, primero le verbo.
Lo que ocurres es que cada vez que llamo a las cosas por su nombre me llaman subversivo, o anarco o filo-terrorista, pero es solo por que soy el disonante, que si fuésemos muchos, otra historia contaríamos.
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